Hace unos días subí a la explanada del pozo Barreo. Lo hice muchos años después de la última vez. Si bien, a grandes rasgos me gustó cómo está todo, desde el castillete a la explanada, sí que hubo algo que lamenté: comprobar que se están dejando morir los vestuarios del antiguo pozo.
Esta es una de esas cosas difíciles de explicar desde la lógica. Tenemos una explotación minera que cierra en el año 1995. Tras un tiempo con una actividad de mínimos, orientada a su conservación y mantenimiento, con el nuevo siglo se intentó devolver a la vida el pozo y todas sus instalaciones. Y se consiguió. Primero la Fundación Barredo, luego la FAEN, después todo lo relacionado con la geotermia y hasta la propia Universidad contribuyeron a que ninguno de los edificios ligados a la explotación quedase abandonado. Ninguno, salvo los vestuarios.
Vistos desde la explanada, producen una sensación de pena aunada a impotencia. Pena, porque aparentan estar bien, al menos estructuralmente. Solo se ven ventanas rotas. Ni un cascote en el suelo, ni un alero roto, ni una uralita tocada… Nada. Impotencia, porque cuentan con un espacio que está viendo pasar el tiempo sin uso y sin previsión de que lo vaya a tener a corto plazo.
Mientras los contemplaba, pensaba en la de usos que podrían dárseles. Por su estructura, bien podrían convertirse en un espacio ligado a la cultura y el arte. Tienen un aire a lo que hoy conocemos como Locales Mercurio, en La Peña. También podrían emplearse con fines formativos. Recuerdan a las viejas escuelas construidas en los 70 en algunos pueblos del concejo. En ellos se podrían hacer unas buenas oficinas, o locales para asociaciones y colectivos que operan en el concejo. Podrían convertirse en aulas de estudio. Podrían ser infinidad de cosas. Pero no son nada.
Desconozco qué planes tiene Hunosa con los vestuarios. No alcanzo a comprender por qué los estando dejando morir. Sin embargo, en el fondo llevan muertos desde hace un tiempo…
Hace más de trece años, en septiembre de 2010, esta web publicó una denuncia en la que un lector lamentaba justamente lo mismo que acaba de exponer una servidora. En su caso, acompañado de imágenes del interior, que nuestros compañeros montaron en un vídeo, ese que tienen sobre estas líneas. Los destrozos eran más que evidentes. Puede que por fuera aún se conserven bien, pero por dentro han de estar destrozados. Aun así, qué pena que nadie se acordase de los pobres vestuarios. Qué pena que un castillete que luce tan bien como el de Barreo, con su explanada, sus bancos y su mural sobre la geotermia, tenga justo enfrente un inmueble que, si no se actúa en él, en otros diez o quince años estará comido por la maleza. E insisto, qué pena dejar morir a un edificio en pleno casco urbano y con tantísimas posibilidades.
Álvarez
Comentarios
O pisos tutelados como en el hospital de Murias.
Lo de pasar les persones con facilidad tien muy fácil arreglu, dejar esi tramu de la general de sentiu unicu, al final la calle que de verdad fai de entrada y salida de Mieres pol sur ye la Gonzalo Gutierrez Quirós.Con un carril menos, agrandense les aceres, pavimentense en condiciones, una pasaína de karcher a los muros, pa que nun tengan tanta mierda y se vean guapos, y esa entrada a Mieres enguaparía bastante y sería hasta llamativa pa la gente de fuera, con el castillete y la chimenea al fondu.
En cuanto a los vestuarios, al primer comentariu nun y voy quitar la razón, namás ver lo de la Rabaldana, algún día sabráse quien se ta forrando con les exposiciones del pozu sta. Bárbara, pero eso nun quita que nun se puea day algún usu a los vestuarios, tando pegaos al campus.
Lo suyo hubiera sido en su día aprovechalos pa los talleres o pa acoger alguna de les funciones de los edificios nuevos que se ficieron cuando la última ampliación. Si se hubiera puesto ahí, por ejemplo, la cafetería, hubiera dao bastante vida a esa zona y seguro que ya nun se veía tan triste desde abajo.