Después de veinticuatro años dedicados a él a tiempo completo, la pasada primavera Dulce y Pruden; Pruden y Dulce, echaban el candado del albergue juvenil de Bustiello. Se quedaba sin vida un edificio lleno de ella desde que se construyó hace más de un siglo como escuela de niños.
Y ojo, no se quedó sin vida un edificio cualquiera. Se quedó vacío un edificio precioso, impresionante por dentro y por fuera, que hasta hace unos meses recibía a entre dos mil y tres mil usuarios anuales, desde familias a ciclistas, moteros o esquiadores, pasando por algún que otro peregrino. Un negocio con tirón a orillas del río Aller, pero aún en las fronteras del concejo de Mieres.
Se comenta que el Principado, titular del inmueble, quiere sacar a concurso la gestión. No se sabe cuándo exactamente. De momento, ya se ha perdido un verano y suma medio año cerrado. Se comenta, asimismo, que ha sido sellado para evitar posibles actos vandálicos. Ojalá lo hayan sellado bien.
Hay un sector escéptico sobre que el Principado vaya a sacar a concurso la gestión en un corto plazo. El antecedente del sanatorio y la farmacia, también de titularidad autonómica, no invita al optimismo. Habrá que ver qué ocurre. También si se mantendrá su uso o se desafectará para darle otros.
Como albergue, el edificio contaba con cuarenta camas divididas en diez estancias. El buen hacer de sus responsables lo había situado como uno de los alojamientos mejor valorados del concejo, por encima, incluso, de otros alojamientos como más medios. Así, el albergue juvenil de Bustiello sumó más de un nueve de media en las reseñas de usuarios de Booking.com desde 2015 y hasta 2023. En Tripadvisor se situaba como el número uno entre los alojamientos especiales del concejo.
Mucha suerte para sus ya exgestores en la nueva vida que han emprendido y mis mejores deseos para la otrora escuela de niños. En un concejo en el que, lamentablemente, abundan imponentes edificios vacíos, sin uso alguno, no podemos permitirnos sumar uno más.
ÁLVAREZ
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