PEQUEÑAS SEMBLANZAS DE GRANDES MIERENSES: Josefa Fernández Moro, Pepa La Lechera

Hay personas que se convierten en leyendas, en figuras que conforman poco menos que una figura imprescindible del imaginario popular. En nuestro concejo una de ellas fue la famosísima Pepa La Lechera.


Josefa Fernández Moro, su nombre completo, vino al mundo en junio de 1877. En contra de lo que muchas biografías apuntan, su nacimiento no se produjo en Gallegos, sino en Canga, una aldea cercana, también situada en el valle de Cuna.
Se casó joven, en torno al año 1900, y fue entonces cuando trasladó su vivienda al número 186 de la plaza La Nozaleda, en el barrio de La Villa. Allí se estableció con su marido, Víctor Fernández Cachero, y allí crió sus tres hijos: Sabino, Victorina y Aurina.
Su sobrenombre no tardó en serle otorgardo y es que Josefa vendía leche en el Mieres y, especialmente, en el barrio de La Villa. Se estima que facturaba alrededor de cien litros diarios procedentes de Vega d'Anzu, en Grau. Los ganaderos se la enviaban a Oviedo y, desde la capital, la leche viajaba en bidones hasta la estación de El Vasco en Mieres. Allí la recogía Josefa, que repartía a domicilio, acompañada de Virtudes, una joven de La Villa, y también la vendía en su propia casa, a través de la ventana. Su generosidad era tal que no tenía incovenciente en regalarla a quienes no tenían para pagarla.
El negocio de la leche fue un negocio que la ocupó todos los días durante casi medio siglo, hasta que lo dejó en 1949. Para aquel entonces Josefa sumaba ya 72 años, había perdido a Víctor en 1937, a causa de una pulmonía, y sus tres hijos llevaban mucho tiempo haciendo vida independiente.
Josefa disfrutó durante tres años de su jubilación. En 1952 un repartidor de pan la atropelló por accidente con el carro que usaba para el reparto y le fracturó ambas piernas. El atropello, que le dejó secuelas de por vida, la obligó a irse a vivir a casa de su hija Aurina, en el barrio de Santa Marina. Allí falleció en 1961 a los 84 años.


En 1989, el Ayuntamiento decidió que la plaza de La Nozaleda, escenario de buena parte de la vida de Josefa, se convirtiese en la plaza de Pepa La Lechera. Un segundo homenaje, impulsado por la A.VV. La Villa y calle Covadonga tuvo lugar en 2006, con la inauguración de una estatua en bronce obra de José Antonio García Prieto, Llonguera. Dado que el escultor hubo de basarse en una foto de carnet, hay quienes han criticado que Pepa no era tan delgada como la presenta la estatua. Sea como fuere, tanto la plaza como la escultura permitieron mantener viva la figura de esta mujer y darla a conocer a las nuevas generaciones.

Fotografías: 
·Primer plano del rostro de la escultura realizada por Llonguera en 2006.
·Placa con el nombre de nuestra protagonista en la plaza en la que vivió y que ahora lleva su nombre.

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