El 15 de noviembre de 1984 Etelvina García Espina, vecina de El Quempu, salió de noche a ver a su amiga Rosa, dueña del bar El Paso. Le llevaba unas berzas. Vieron juntas un poco del Telediario, charlaron y Etelvina decidió retirarse. Enfundada en su bata, su toquilla, su gorro verde y con madreñas, emprendió el camino de vuelta a casa, pero no llegó a ella, pese a que apenas distaba unos pocos metros del bar. Qué ocurrió a Etelvina es hoy, cuarenta años después, todo un misterio.
Etelvina García Espina tenía 72 años en el momento de su desaparición. Vivía sola, pero era completamente válida. De hecho, trabajaba la huerta y tenía animales. Viuda desde hace años, su único hijo, Arcadio, residía en Valladolid.
Su desaparición se descubrió al día siguiente, cuando los vecinos alertaron de que la casa de Etelvina estaba cerrada, con algunas bombillas encedidas, y que los animales estaban sin atender. La investigación no encontró nada que llevara a pensar que las bombillas habían sido encendidas por otra persona. Dentro de la casa únicamente llamó la atención la existencia de un cinturón de Etelvina partido en dos. "Malos quereres no tiene, riquezas no posee y su avanzada edad obliga a disipar otras dudas sobre secuestro", especulaba la prensa sobre su desaparición.
La Guardia Civil de Mieres y los agentes del puesto de Vegaotos peinaron la zona sin éxito. Solo se encontró un pendiente que perdió en un camino del pueblo. El 3 de diciembre decenas de boyscouts llegados desde Gijón recorrieron durante diez horas "farfagones, matas forestales, arroyos, covachuelas, minas abandonadas, vericuetos, chamizos, canteras, trincheras de arrastre de carbones" pero solo hallaron unas ropas, debajo de unas tablas, que rápidamente se atribuyeron al olvido de un minero. Se comentó que los perros de la Guardia Civil hallaron un rastro que se perdía en la cantera de Santumiano.
La hipótesis que trazaron los investigadores, pese a la escasez de pruebas, fue que Etelvina había sido atacada al salir del bar, en plena carretera. Dado que era una mujer fuerte, se especuló con que habrían tenido que ser dos personas, al menos quienes la habrían empujado hacia el interior de un coche o furgoneta. El móvil de lo sucedido era otro gran misterio. La hipótesis del secuestro se desmoronaba por una sencilla razón: nadie había pedido rescate y nadie se puso en contacto con la familia de Etelvina.
En enero de 1985 Arcadio, el hijo de Etelvina, acudió a una vidente que le afirmó que su madre había pasado con vida las Navidades. La propia Etelvina creía en la astrología, hasta el punto de que en una ocasión hizo una consulta para localizar una vaca que se le había extraviado. Tiempo después, el programa ¿Quién sabe dónde? se hizo eco del caso, mas no obtuvo respuestas.
El hallazgo de un esqueleto en Los Pontones en junio de 2022 hizo que se volviese a hablar de la desaparición de Etelvina. Tras descartarse que los huesos pertenecieran a Hermosinda Jiménez, vecina de El Carbayón desaparecida en 1990, la Asociación Laxshmi para la Lucha Contra el Crimen trató de encontrar familiares de Etelvina que se prestasen a una prueba de ADN, sin éxito.
Cuatro décadas después, qué pasó con esta vecina de El Quempu sigue siendo un misterio sin resolver.
Ilustran esta entrada:
·Fotografía de Etelvina en La Nueva España y recorte sobre su desaparición en El Comercio (17/11/1984).
·Recorte de El Comercio (04/12/1984) con información sobre la batida de los boyscouts.
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