ÁLVAREZ OPINA: Olvidados de los castros

Revisando fotos, encontré en la galería del teléfono unas imágenes del verano pasado que me recordaron un momento en el que fui especialmente ilusa.


Caminaba con un grupo de amigos por las escombreras de Minas de Figareo, cuando, de repente, se vino a mi memoria una noticia. Allá por el 2016, técnicos de Hunosa descubrieron, por casualidad, restos de lo que en su día fue un castro de posible época romana. Los hallaron en las inmediaciones de ese castillete, que permitía llevar los estériles del pozo hasta ese alto. Tirando de Google descubrí que los restos se localizaban a la derecha del castillete.
Ni corta ni perezosa, convencí a mis acompañantes para desviarnos ligeramente del trazado previsto y llegarnos hasta el castillete. Ellos son testigos del tiempo que dediqué a buscar algo de aquel castro, pero por no encontrar, no encontré nada. Más bien, no vi nada. Sí, me esperaba un cartelito, un algo. Es verdad que venía de ver unos días antes el dolmen de Cangas de Onís, en la ermita de la Santa Cruz. Esperaba que, dada la magnitud del hallazgo, Hunosa se hubiera decidido a colocar un tablón, un algo, un QR aunque fuera, explicando que allí hubo un castro posiblemente romano. Pero nada. Solo hallé maleza.
La casualidad quiso que, semanas más tarde, adquiriese en la Feria Internacional de Muestras de Gijón uno de los libritos que el Casino de Mieres editaba por San Xuan. Si no me falla la memoria, el de 1988. Allí encontré un artículo de Julio León Costales en el que, al hilo del castro de El Vescón, lamentaba el poco cuidado que habían recibido este y otros muchos castros del concejo, ignorándose que fueron los castros allá donde se asentaron los primeros pobladores del Mieres actual.
Casi cuarenta años después, los castros siguen siendo auténticos olvidados, pese a que sumamos una veintena en lugares tan dispares como Lladreo, Pumardongo, Llagos, Brañanoceo, Santiso…
Igual es que vivimos demasiado en el presente y, por eso, nos olvidamos del pasado.
ÁLVAREZ

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