La actualidad es, en ocasiones, un
auténtico culebrón repleto de giros inesperados. Fue lo que sucedió con una de
las obras más polémicas llevadas a cabo en la última década en Mieres: la
subestación eléctrica de Santa Marina.
En octubre de 2010 las excavadoras
llegaban a Santa Marina para levantar una subestación eléctrica que E. On, la
empresa promotora de las obras, consideraba necesaria para garantizar el
suministro de las nuevas viviendas de La Mayacina.
La decisión causó un gran malestar
entre los vecinos del barrio, que se movilizaron para impedir que se
construyese la subestación y que, llegado el caso, comenzase a funcionar. El
Gobierno local, en aquel entonces en manos del PSOE, rechazó unas semanas después modificar el
proyecto y trasladar la subestación.
Los vecinos acudieron a los
tribunales, lo que no impidió que la subestación comenzase a funcionar a
finales de 2011. Unos meses más tarde, en la primavera de 2012, la justicia decretaba
que la licencia de obras del equipamiento estaba viciada y que era necesario
derribarla. Pese a que E.On recurrió el fallo, el tribunal de segunda instancia
se manifestó en los mismos términos que el primero.
En abril de 2014 la compañía alemana tenía ya todos los permisos para derribar
lo construido, algo que comenzó a hacer tres meses después, en julio de aquel
año. Con el derribo se venía abajo una inversión de 3,5 millones de euros, a
los que hubo que sumar más de 900.000, que fue lo que costó esta última
operación. Viesgo, la nueva propietaria de E.On, echó cuentas y en octubre de
2016 reclamó por la vía judicial una indemnización de 2,9 millones de euros al
Ayuntamiento, como contraprestación por los daños económicos derivados de lo
sucedido. Los tribunales desestimaron esa petición.
Pese a que en marzo de 2013, Foro pidió investigar las irregularidades que habían
conducido a dar una licencia de obras, no se inició investigación alguna que
depurase responsabilidades. Este fue el único cabo suelto que quedó en uno de
los grandes culebrones marcados por la actualidad que hemos seguido, de
principio a fin, en esta web.
El solar ocupado por la desaparecida
subestación es hoy una zona ajardinada en la que en 2015 el colectivo Guajes de
Santa Marina instaló el monumento al emigrante, en homenaje a los vecinos del
barrio que se vieron en la necesidad de emigrar a otros países.
Comentarios