Reflexiono esta semana sobre una cosa
que nunca dejará de llamarme la atención, pese a las veces que me ha pasado a
lo largo de los últimos años.
Todos tenemos un nombre. En realidad,
todas las cosas lo tienen. Sin embargo los ordenadores no llevan escrito en sus
pantallas “ordenador” ni las camas traen en sus cabeceras “cama”. No lo traen
porque sabemos cómo se llaman, son cosas que usamos habitualmente.
Los lugares también tienen nombre. Y
con lugares me refiero a pueblos, aldeas, caseríos… Es triste, pero a mí me ha
pasado como cincuenta veces en el tiempo en el que lleva funcionando esta
página, el llegar a un pueblo y no saber su nombre. No lo sé porque no lo
conozco, y no lo sé porque tampoco nadie hace nada por dar a conocer el nombre
del pueblo en cuestión.
Se me viene a la memoria un pueblo muy
cercano a Peñule: Sarabia. Sarabia no tiene ni carretera (se sube por una
especie de pista) ni un solo indicador o letrero donde aparezca el nombre del
pueblo, un pueblo por lo demás guapo, con ocho o diez casas y un hórreo y al
que todavía sigue subiendo gente de allí a pasar el día. Quien dice Sarabia
puede decir también Villareo (o Villarejo), el pueblo en el que se ubica el
palacio de los Vizconde de Heredia, y que está tan cerca de Santullano. No
tiene ni un solo indicador. La Yana’l Güiyu (muy próximo a Murias) o La Venta,
entre Santullano y Ujo, son otros ejemplos de pueblos, grandes, medianos o
pequeños, que sí, tienen nombre, pero que no figura nada más que en los
folletos de toponimia y, si acaso, en las cartas que reciben los vecinos.
¿Cómo es posible que en aquel tiempo
pasado, caracterizado por gastar dinero en cualquier cosa, nadie pensase en
gastar un poco en hacer algo tan sencillo como poner un letrero en la entrada
de cada uno de los pueblos del concejo que no tenían y siguen sin tenerlo? ¡Con
lo bien que parece llegar a un sitio y toparte con el letrero donde se recoge
su nombre!
Quien caleye por los pueblos del
concejo de vez en cuando supongo que compartirá esta reflexión. Quien no
supongo que se le habrá hecho pesado el leerme.
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