Que la tecnología avanza a pasos
agigantados es algo que ya nadie discute. Que pese a ello sigue ocasionando
numerosos problemas y que a veces no tiene la más mínima utilidad, tampoco.
Esta semana me encontraba con más
tecnología en un sitio donde nunca hubiera imaginado que harían algo así
(aunque pensándolo bien, si ya lo hacen en las pescaderías, no debería haberme
extrañado). Hablo de Cajastur y sus oficinas, revolucionadas desde hace unos
días por la necesidad de que, para que te atiendan, tienes que sacar un número
a partir de una pantalla táctil en la que se reflejan todas las posibles
operaciones que el cliente puede realizar en el banco.
*Una pantalla en la oficina de Cajastur de M. Llaneza. |
Decía que no lo esperaba, porque en un
banco las idas y venidas de gente son constantes durante toda la mañana. No es
una pescadería que, a ratos, puede tener más o menos clientes y en la que es
necesario poner orden a través del sistema de números.
El sistema Cajastur funciona bien,
pero, en vez del orden de la pescadería, para mí lo que se busca es que la
gente vaya lo menos posible al banco. De hecho, el propio ticket que imprime la
máquina dice, literalmente que, “puede
operar desde nuestra banca por Internet y desde nuestros cajeros sin
necesidades de espera”.
Resulta también curioso, al margen de
su funcionamiento, que esto llegue después de unos cuantos meses de recortes
tanto en personal como en todo lo que rodeaba a la entidad (obra social,
centros culturales, patrocinios…). Se ve que no había dinero para todo ello,
pero sí para pantallas táctiles, rollos de papel, tinta y plasmas, para una
cosa que, insisto, no era para nada necesaria.
Supongo que no es más que otra medida
de esas muchas extrañas que la que antes era una caja cien por cien asturiana
ha tomado desde su integración en Liberbank y dentro del proceso de
‘desasturianización’ a la que la están sometiendo.
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