Los Mártires llegaron a su fin hace
unos días. Sin embargo, me toca hablarles de la fiesta. En concreto, de la
parte que de la que no se suele hablar, pero que existe, en parte por la poca
cabeza que tienen algunos romeros.
El pasado lunes, cinco días después de
la fiesta, un servidor subió, dando un paseo, hasta la ermita. Llegué hasta
allí por el camino que une Casaviedra con el santuario, muy empinado, pero por
el que se ataja mucho. Es un camino muy utilizado el día de la fiesta y
seguramente por ello estaba lleno de bolsas, botellas, platos de plástico… Debo
decir que lo de tirar basura por allí no es de ahora. A la orilla del sendero
se pueden ver botellas y hasta potas semienterradas, que llevarán, como mínimo,
veinte años allí tiradas.
Romeros del mundo… ¿Tanto cuesta
llevar una bolsa, meter en ella la basura que vayáis generando y tirarla en
cualquiera de los contenedores que hay, tanto arriba en Insierto como en
Casaviedra, Cuna o cualquiera de los pueblos del valle que hay que atravesar
para llegar hasta allí?
*Un cartel de prohibido el paso, en el acceso a una finca. |
Una opinión, la de este señor, para mí
totalmente sensata. Igual que de cara a la fiesta se recuerdan los horarios de
autobuses o se hacen programas para que la gente conozca qué tiene la fiesta,
en los que en los últimos años figura una invitación a disfrutar en igualdad,
debería recordarse a los romeros la necesidad de ser limpios y de dejar, en la
medida de lo posible, todo tal y como se lo hayan encontrado. Una bolsa vacía
no pesa nada. Se lleva, se usa al terminar la fiesta para recoger lo que haya
que tirar y al contenedor. Se evitaría así que personas que colaboran no
impidiendo el acceso a sus prados tengan, encima, que recoger lo que otros les
dejan o que el empinado camino de tierra a la ermita parezca un basurero.
También, quién sabe, algunos de los que este año han evitado que se usen sus
prados, se animen a resucitar el espíritu de una fiesta de prau como esta si
ven que la gente corresponde.
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