Que no cunda el pánico. La ley del
otro acceso no es una ley pensada para sacar dinero al contribuyente mediante
impuestos. Tampoco para sancionar o para pretender que el contribuyente lleve a
cabo una determinada conducta. No.
La ley del otro acceso es una ley no
escrita en la que se amparan quienes nos gobiernan para no llevar a cabo
actuaciones sobre viales de pueblos del concejo que tienen dos accesos para el
tráfico rodado y que se quedan sin uno u observan cómo uno de ellos va
deteriorándose sin que el Consistorio mueva un dedo para evitarlo.
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*El vial cortado por un argayu en Arriondo Alto. |
En los últimos meses conocí dos
supuestos que motivaron en cierta forma este artículo. El primero, en Arriondo,
a dos pasos de Mieres. La zona conocida como Arriondo Alto o Arriondo Cimeru
perdió hace más de cuatro años uno de los dos accesos con los que contaba. Un
argayu hizo intransitable el vial que, en llano y sin más problema que su
estrechez en algunos puntos, permitía a muchos vecinos llegar a su casa con más
seguridad que la cuesta de marcadísima pendiente que se ven obligados a usar
desde entonces. “¿Y no hay planes?”,
pregunté al vecino que me explicó la historia. “Ya salimos en el periódico, en la tele, fuimos allí varias veces, pero
dicen que como tenemos otro acceso…”. El paso del tiempo ha hecho que lo
que era un vial sea hoy en día un sendero, con maleza a ambos lados y que se
corresponde con la primera de las fotografías que ilustran esta tribuna.
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*Estado de la carretera que une Brañanoceo con Santullano. |
El segundo, en Brañanoceo. También dos
accesos, uno desde Vegalafonte, descendiendo algo más de un kilómetro hasta
llegar a las casas y otro, desde Santullano, subiendo a través de Villarejo,
también en torno a un kilómetro. Los dos asfaltados, aunque el segundo llevaba
más tiempo y quizás por eso su estado no era el mejor. Por lo que me explicaba
un vecino, obras vinculadas al proyecto de generar energía a través de un salto
del agua en La Herradura, han hecho que camiones de gran tonelaje se cargasen
el segundo acceso. El firme se ha hundido en algunos puntos, en otros ya no hay
ni firme, y las cunetas han tenido que ser llenadas de grava para permitir que
los camiones pasen sin problemas en las zonas más estrechas. “Si antes de esto ya nos decían que no
arreglaban porque tenemos el otro acceso, ahora menos”, me comentaba un vecino
al que encontré subiendo ganado por el destrozado vial y tras leer un
manifiesto particular en el pueblo contra esta situación y contra el papel de
un periódico, al que parece que le costó denunciarla. A esa carretera, “muy utilizada, porque muchos subíamos por
Santullano”, según este vecino, pertenece la segunda de las fotografías.
“Yo
tengo casa aquí y un piso en Mieres.
Voy a dejar de pagar el agua, la basura y
el alcantarillado de aquí, porque total, como tengo otra vivienda por lo que lo
estoy pagando…”, comentaba en tono jocoso, lamentando la aplicación de
esta nueva ley, la ley del otro acceso.
Comentarios
Ahora, si el acceso que sobrevive, por así decirlo, no permite el paso de camiones tipo bomberos o de ambulancias o es un peligro para conductores o peatones, deberían replantearse arreglarlo, que por lo que leo parece ser el caso de los de Arriondo.