Se encuentra situado en el valle de
Ablaña, una de las mayores zonas productoras de carbón del concejo y en la que
aún mantiene su actividad el pozo San Nicolás. Sin embargo, son pocos los
mierenses que ubican y conocen la historia del pozo Llamas, protagonista de
este nuevo reportaje.
[NOTA. Las presentaciones del reportaje
se inician haciendo clic en cada una de ellas. Recomendable su visualización
desde Google Chrome o Mozilla Firefox. En ‘smartphones’ y ‘tablets’ pueden no
reproducirse].
Un pozo desconocido, quizás, por haber
tenido una vida útil muy reducida, de menos de cuatro décadas. Su historia se
remonta a los años 40. Más exactamente,
se inauguraba el 19 de marzo de 1941. Una fecha elegida a conciencia: aquel día
se celebraba San José, patrón de Ablaña. De hecho, con ese nombre fue conocido
en sus comienzos.
El pozo, con sus dos castilletes, en los años 60 |
Tras unos años de trabajos y con una
fuerte inversión, comenzaba a funcionar el primer pozo vertical del valle. Su
propietaria, la empresa Mina Llamas, lo explotó hasta 1943, cuando fue
adquirido por la compañía cántabra Nueva Montaña Quijano.
Rebautizado entonces como pozo Llamas,
por ser así conocido por la gente, la nueva propietaria comenzó a
reprofundizarlo. En una apuesta firme por la explotación, construyó un nuevo castillete, de 26 metros de
altura, de acero roblonado y con más de 10.200 remaches. El antiguo quedó como
un castillete auxiliar, de espaldas al nuevo, que es el único que ha llegado
hasta nuestros días.
La dirección de Nueva Montaña Quijano
se tradujo en el paso de tres a seis plantas y en la construcción de un moderno
pozo de ventilación, en 1959. Se apostó por el empleo y se convirtió
rápidamente en una de las principales fuentes de empleo de la zona.
En 1967, Hunosa se hizo cargo de él.
Contaba entonces con más de 850 obreros. Sin embargo, la explotación comenzaba
a mostrar síntomas de agotamiento. Mantuvo su actividad, bajando el
rendimiento, hasta el año 1977. Fue entonces cuando echó el cierre, tras apenas
36 años funcionando.
Los dos centenares de obreros que aún
quedaban fueron recolocados en otras instalaciones de la empresa.
Tras nuestro recorrido por las
instalaciones del pozo, en la calurosa mañana del pasado 17 de agosto, podemos
destacar las siguientes cuestiones:
-Abandono
total. A diferencia
de otras instalaciones de la empresa, que se encuentran valladas, en este pozo
solo una oxidada cadena impide acceder al recinto. Sorprende, viendo la maleza
que rodea al castillete y al resto de las instalaciones que el camino y parte
de la parcela se encuentren transitables. Ello es porque sirven como terreno de
pasto del ganado de gente de la zona y sobre ellas transcurre un tendido de la
red eléctrica, lo que exige cierto mantenimiento.
-Un
castillete protegido.
Aunque por el óxido pueda parecer lo contrario, el castillete aguanta. Solo se
le ha privado de parte de los pasamanos de la empinada escalera externa, con el
fin de evitar que la gente la suba a él. También se le retiró el tejado que
tenía en origen. Por lo demás, mantiene los salientes que servían para el
funcionamiento de las poleas ya que este es el único castillete en el que los
cables de extracción circulaban por delante de la estructura, a través de
poleas y otros mecanismos, y no por el centro, como suele ser lo habitual.
Esta peculiaridad, unida a su
estructura, de acero, con sus uniones remachadas -véase la fotografía de la derecha-, poco frecuente en este tipo
de construcciones, le valieron ser incluido en enero de 2013 en el Inventario
del Patrimonio Cultural de Asturias, lo que le otorga, al menos en teoría, una
especial protección como elemento de Patrimonio Cultural.
-Más
instalaciones que ya no se pueden ver.
Nos comentaban que el pozo conserva maquinaria de extracción en la sala de
máquinas -en la imagen de la izquierda-. Sin embargo, la maleza ha devorado prácticamente todo el edificio,
impidiendo acercarse a realizar una fotografía. En algunas paredes se comienzan
a ver grietas, provocadas precisamente por los árboles que han ido creciendo en
la fachada y el tejado.
Lo mismo ocurre con las dependencias
que rodean el pozo de ventilación -en la fotografía de la derecha-, que conserva sin embargo conserva su torre,
con el año de su construcción, 1959.
-Unos
terrenos sin uso a la vista.
El pozo Llamas cuenta con unos terrenos útiles de una extensión próxima a los
25.000 metros cuadrados. Para él se barajaron distintos proyectos. El
principal, un parque tecnológico, a desarrollar con fondos mineros. Se trata de
una idea que lleva una década en el aire y para el que el Principado también
contempla las antiguas instalaciones de Minas de Figaredo. El tiempo dirá.
-Un
pozo casi inexistente.
Es escasa la información que sobre él se encuentra, hoy por hoy, en internet y
que se resume en dos o tres publicaciones en blogs y webs sobre minería. Lo
mismo puede decirse de su presencia en guías turísticas y publicaciones
institucionales sobre la minería en el concejo. Sobre el terreno, nada indica
ni cómo llegar a él ni cómo se llama, aún cuando es un pozo que se divisa
bastante bien, dada su ubicación.
Esto que han visto es lo que queda del
pozo Llamas, el gran desconocido de un valle capitaneado desde hace décadas,
industrialmente hablando, por el pozo San Nicolás. Esperamos que este reportaje
arroje luz sobre el pasado y presente de un pozo clave en la historia de la
minería en el concejo, al que la historia ha dejado un poco olvidado.
Tweet
Comentarios
Según las últimas noticias parece ser que pronto Nicolasa va a dejar de tener actividad minera como tal. El fin de un valle. Todo acaba.