CRÓNICA NEGRA MIERENSE: Una mierense asesinada en Cantabria (1991)

La vida parecía sonreírle a Isabel Aller, una joven natural de Rioturbio. Casada y con una hija de apenas unos meses, Isabel se había trasladado a Val de San Vicente, en Cantabria. Fernando, su marido, también de Mieres, había comenzado a trabajar como mariscador en la zona y ella había encontrado trabajo en un negocio hostelero de La Franca, en Ribadedeva. Llegó a Cantabria a finales de junio de 1991 y en tanto buscaba un piso por la zona, decidió instalarse en la tienda de campaña en la que dormía su marido, en el jardín de la casa de un compañero de trabajo. 
Recorte de prensa del 10 de julio de 1991
El 9 de julio una de las hijas de los dueños de la casa descubría, horrorizada, el cuerpo sin vida de Isabel dentro de la tienda de campaña. Solo llevaba puesta la ropa interior y estaba llena de sangre y heridas de arma de blanca. Nadie escuchó nada. “Ni los perros ladraron, lo que puede indicar que el asesino es una persona cercana”, apuntó, sobrecogida, la dueña de la casa, tras aquel terrible hallazgo. No estaba mal encaminada.
Dos días después, la autopsia descartó que Isabel hubiera sido víctima de una agresión sexual y cifró en 68 las puñaladas recibidas por la joven, seis de ellas en el pecho. Sus brazos presentaban abundantes cortes, lo que, según los forenses, pudo ser un indicio de que Isabel había tratado de defenderse de su agresor.
En un primer momento se barajaron todas las hipótesis, aunque los investigadores no tuvieron que profundizar mucho en ellas. El 11 de julio se entregaba a la Guardia Civil el autor de los hechos, Antonio, un hombre de 30 años que vivía con unos parientes en una casa situada a poco más de 200 metros del lugar de los hechos. Declaró que sobre las tres de la madrugada del 8 al 9 de julio había entrado en la tienda con miras a robar, creyendo que no había nadie en su interior. Al toparse con Isabel, que gritó al verlo, sacó una navaja y comenzó a apuñalarla. Tras cometer el crimen tiró su ropa y la navaja a una ría cercana. Ingresó poco después en prisión.
El 17 de marzo de 1993 se conocía la sentencia de la Sección Tercera de la Audiencia Provincial de Santander con la que se resolvió judicialmente el crimen. Quedó probado que el día de los hechos Antonio había ingerido una “gran cantidad de alcohol” y que asestó 68 puñaladas a Isabel “con extremada violencia”. Antonio vivía con su prima y el marido de esta, que era compañero de trabajo de Fernando, el esposo de Isabel. Por ello, la Audiencia consideró que “el procesado sabía que la joven se encontraba sola”, poniendo en duda que el robo fuese el verdadero móvil del crimen. Antonio fue condenado a 27 años de prisión y a indemnizar al marido de Isabel con ocho millones de pesetas y a la hija de la víctima, de meses en el momento del asesinato, con otros doce.
Isabel iba a cumplir 22 años justo el día siguiente de los hechos. Ella y su marido estaban ilusionados con la vida que planeaban iniciar en la zona fronteriza entre Asturias y Cantabria. De hecho, sus planes pasaban por alquilar una vivienda en Colombres, una localidad que les gustaba mucho. El asesinato de Isabel Aller causó una gran conmoción en el concejo y en especial en Rioturbio, de donde eran sus padres y donde los vecinos la recordaban como “una joven dinámica, alegre y muy cariñosa”.

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