Parece ser que el Gobierno local
trabaja en unos presupuestos para el cada vez más cercano 2021, dos años
después de los del 2019, los últimos aprobados, y que a su vez distaron diez
años de los inmediatamente anteriores, los del 2009, cuando aún gobernaba el
PSOE en Mieres.
Se ha visto a nivel nacional y
autonómico la importancia de unos presupuestos, hasta el punto de que han caído
gobiernos por la incapacidad de negociar o conseguir los apoyos necesarios para
sacarlos adelante.
Ahora bien, ¿qué pasa a nivel local? ¿Son tan importantes
unos presupuestos como en las instancias administrativas superiores? Para mí,
no. Un ayuntamiento como el de Mieres puede tirar con presupuestos prorrogados
durante un año o dos, a lo sumo. Eso sí, que se pueda no quiere decir que sea
lo ideal. Les pongo dos ejemplos, a ver cuál prefieren:
A) Una persona que cada cierto tiempo
saca papel y bolígrafo y se pone a sumar todos los gastos que ha tenido y hace
un cálculo de los que vendrán, ordenándolos por prioridades, para ver cómo se
pueden aplicar los ingresos que obtenga en ese tiempo, guardando, si acaso,
algo para ahorro o imprevistos.
B) Una persona que sabe lo que gasta y
lo que ingresa, pero que no repara en echar cuentas, sino que tira para
adelante con lo que le va llegando, procurando no endeudarse o no hacerlo en
demasía.
Creo que todos preferimos la opción A,
aunque muchas veces no haya ni tiempo ni ganas (ni acuerdos con otros
convivientes) para establecer esos cálculos y previsiones. En un ayuntamiento pasa exactamente lo
mismo, con más conceptos de la macroeconomía que no viene al caso mencionar.
¿Se puede ser opción B? Claramente, de hecho Mieres tiró diez años sin
presupuestos. El PSOE, olvidándose de que ellos prorrogaron el presupuesto de 2009 hasta 2011, se lo reprochó por activa y por pasiva a IU. ¿Tenía IU una
posición óptima para sacar adelante un presupuesto anual? En la legislatura
2011-2015 podría haber sido tumbado, de no contar con algún apoyo de la
oposición, ya que contaban con diez concejales de los veintiuno que integran el
Pleno. Desde 2015 en adelante, con las mayorías absolutas, todo habría sido más
fácil, como pudieron comprobar con el presupuesto de 2019.
Me permito acuñar un nuevo refrán
político-administrativo, el de un presupuesto al año no hace daño.
Debería ser
así en todas las administraciones, con independencia de la complejidad interna
de cada una de ellas y de cómo de saneadas se encuentren sus cuentas.No voy a entrar en la ejecución o no
ejecución de los presupuestos, porque me extendería demasiado y no tengo todos
los datos que me gustaría tener, pero es evidente que un presupuesto es una
cosa y las circunstancias en las que se ejecuta pueden ser totalmente
distintas. Ni el mejor de los economistas podría trazar un presupuesto que se
ciñese plenamente a la realidad en la que será aplicado, salvo que ese
economista sea también un gran clarividente, en cuyo caso se lo estarían
peleando administraciones, empresas, bancos, comunidades de propietarios y... hasta matrimonios.
ELCARABA
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