ÁLVAREZ OPINA: No nos olvidemos de las pequeñas grandes barreras

Hace unos meses se pintó en los pasos de cebra de todo el concejo una señalización, sobre el propio suelo, para favorecer el cruce de personas con trastornos del espectro autista, indicándoles que antes de atravesar la calzada se debe parar, mirar, esperar a que se detengan los vehículos que en ese momento estén circulando y, finalmente cruzar. Me pareció una idea estupenda, qué quieren que les diga. Y aunque se haya pensado para personas con enfermedades del espectro autista, la señalización también se presta para enseñar a los niños cómo se cruza una calle. 
Paso de peatones con barreras arquitectónicas en Santa Marina

Aplaudo todo lo que sea integrar a personas con necesidades especiales en el día a día de la ciudad, pero no deja de llamarme la atención, en este caso, que las señales se hayan pintado en pasos de peatones que pueden presumir poco de integrar, en especial a las personas con movilidad reducida. Quienes tenemos plena movilidad no nos damos cuenta de cómo muchos pasos de peatones son insalvables, todavía hoy, en pleno 2021, para quienes no tienen tanta como nosotros. Basta algo tan simple como un esguince de tobillo para comprobarlo, y si no, que se lo digan a mi pareja, a la que una caída tonta en casa, el día 12, le está obligando a usar muletas y a llevar el pie vendado. 
Lo del esguince, que puede parecer una tontería, no lo es, cuando de subir y bajar bordillos se trata. A él, por ejemplo, le tocó enfrentarse con unos cuantos en los primeros días en los que volvió a pisar la calle, aunque solo con un pie. Para empezar, el sábado siguiente, a escasos metros de la casa de su madre, en Santa Marina, se topó con un paso de peatones de altos bordillos, en la calle Dolores Ibarruri. Quejas y más quejas para bajarlo el primer bordillo y lo mismo para subir el siguiente. Unos días después nos llegamos hasta la farmacia de Santullano para comprar un producto que solo encontramos allí. Fuimos en coche, aparqué frente a la farmacia, se bajó y se volvió a topar otro bordillo no rebajado. Otro suplicio para subirlo y lo mismo para bajarlo. 
Paso de peatones sin rebajar en Santullano

El esguince está reciente e imagino que por eso mismo le costará tanto para moverse. Tiene para diez o quince días, como mínimo. "Si yo con un esguince sufro para subir un bordillo de estos, qué no harán los que están en silla de ruedas o la gente mayor que a duras penas levanta los pies del suelo", reflexionaba el pobre hombre de la que volvíamos a casa. Debo darle la razón. 
¿Cuántas veces habré cruzado la Dolores Ibarruri por ese paso de peatones o habré subido a la acera en Santullano por ese otro? Nunca, hasta ayer, como quien dice, había reparado en que son auténticas barreras arquitectónicas. Y seguramente a lo largo de los próximos días descubriré más. Insisto, está fenomental que las personas con trastornos del espectro autista se integren y puedan moverse con seguridad, pero no nos olvidemos de las personas con problemas de movilidad, que de un día para otro podemos ser cualquiera de nosotros. Ojalá se haya aprovechado esta grandísima iniciativa para, de paso, tomar nota de esos bordillos sin rebajar y se sigan eliminando barreras.

Álvarez 

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