Cuando yo nací, mi padre conducía un Seat 124 Coupé que por aquel entonces debía tener unos nueve o diez años. Era el único coche. Lo vendió cuando yo cumplí ocho. "Ay, si tuviera sitio, no me desprendía de él. Esto en unos años va a ser una joya", predecía mi padre sobre un coche que aquí no se vio mucho, pese a derivar del popular Seat 124. El tiempo parece haberle dado la razón, pues los pocos que se pueden encontrar en internet de segunda mano están por encima de los 10.000 euros.
Recuerdo esta anécdota porque hoy me toca hablar de un campo del que no soy precisamente una experta, el del motor. Me he documentado, pero asumo que pueda haber algún error en modelos o fechas y asumo, desde ya, mi responsabilidad. Los protagonistas de esta entrada son tres bestias de la carretera que ahora no son más que zombies aparcados en La Belonga, en las instalaciones de Fucomi. Hablo de estos tres otrora colosos:
De izquierda a derecha, un Barreiros Saeta 45 del Ayuntamiento de Mieres, sin matrícula, pero posiblemente producido a comienzos de los setenta. A su lado, un Pegaso 1091 L1 de 1978. Un Leyland Sherpa Pick-Up de finales de los setenta completa este trío de ases que hoy no son más que un trío de sotas, si se me permite traerlos al campo de la baraja española. Estas tres joyas venidas a menos se pueden ver en La Belonga. Allí llevan desde que llegaron en 2011-2012 con el objetivo de ser restaurados. El Barreiros lo fue y el Pegaso también. Con el Leyland, una marca británica que yo ni conocía, por lo escasa que fue en España, perteneciente a una empresa de transportes, no hubo tiempo o no hubo recursos. Así llegó y así sigue:
En el 2012 el Street View de Google ya muestra al Pegaso aparcado junto al muro que da a la carretera y a los otros dos cubiertos por una lona. Desde 2016, al menos, los tres camiones están en el mismo sitio en el que salen en la primera de las fotografías, disfrutando del sol, la lluvia y del paso del tiempo. Los efectos de todo ello se dejan ver en el Barreiros y en el Pegaso, con óxidos, suciedad y pequeños desperfectos. Lo del Leyland es caso aparte. ¡Qué pena! No dejan de ser un patrimonio popular. Supongo que ustedes se alegrarían tanto como yo al ver el excelente trabajo que llevaron a cabo alumnos de Fucomi con un par de camiones de bomberos del Ayuntamiento o el famoso y coqueto microbús de Emutsa. Tengo entendido que todos ellos están bien guardados y mantenidos, como debe ser. Estos tres pobres de La Belonga, ahí se han quedado. No pido que se cree un museo del vehículo clásico, aunque ahora que lo pienso, en Asturias no hay nada parecido. Solo me gustaría que estos tres vehículos recuperen el esplendor perdido y se pongan por ahí, de vez en cuando, en ferias, para cabalgatas, para publicidad, para lo que sea. Incluso pueden ser rentables sin moverlos del sitio, solo con estar bien conservados. Para escribir este artículo acudí a mi pareja, que sabe mucho más que yo de esto, y me comentó que hace unos años un fabricante de vehículos a escala, para coleccionistas, pagó su buen dinero por escanear y reproducir un camión clásico de un ayuntamiento asturiano. Si es que bien dicen que quien bien guarda… nunca sabe si tiene un tesoro
Álvarez
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