ÁLVAREZ OPINA: No nos olvidemos de quienes nos han hecho grandes

Desde hace unas semanas, la antigua estación de El Vasco cuenta con una placa en memoria de Florentino Romero García, un enamorado del tren que dedicó buena parte de su vida a documentar el patrimonio ferroviario del concejo y abogar por su salvación, no sin obstáculos en su camino.


En la placa, inaugurada al año y poco de su partida, se relata que ha sido colocada "en homenaje a Florentino Romero García (1931-2021), quien nos guio por las vías de nuestra historia", un hombre que fue el "principal artífice de la salvaguarda de nuestro patrimonio ferroviario. Maestro y ejemplo para quienes aquí dejas". Una servidora tuvo el placer de conocerlo y puede dar fe de todo lo que señala la placa y de muchas de las cosas que, en el acto, pusieron de relieve tanto Javier Fernández, turonés y presidente del Museo del Ferrocarril de Asturias, como los familiares de Florentino.
Siempre digo que un pueblo grande es aquel que reconoce a quienes han hecho algo por él. Florentino tiró como el que más por salvar algunas piezas del pasado ferroviario que, de no haber sido por él, habrían corrido con a saber qué suerte, como la antigua estación de El Vasco o diversas locomotoras mineras.
Ante reconocimientos como este, una se alegra pero no puede evitar sentir un ligero desconsuelo si se cree, como yo, que no hay mejor homenaje que el que se realiza en vida. Aun así, bienvenido sea todo aquello que permita reconocer el trabajo desinteresado de alguien, más en los tiempos que corren.
Extraoficialmente me contaban, hace un tiempo, que impulsar un homenaje público –entiéndase, con el apoyo del Ayuntamiento– es una tarea ardua porque toca lo económico; la burocracia, que nunca falla, y muchas veces, se necesita un espacio que el Consistorio tarda en ceder. Debería acortarse todo esto a la par que materializarse algunas promesas e ideas que se pusieron sobre la mesa y que nunca llegaron a concretarse. Que un pueblo homenajee a su gente es precioso, pero es triste que a veces se planteen homenajes que no llegan a realizarse, no tanto por desinterés, sino por la propia lentitud de la administración. Pienso, por ejemplo, en la calle que tantas veces se pidió para María Luisa García y que nunca llegó a dársele, pese a que desde el propio Gobierno local se ha lamentado la falta de mujeres que den nombre a las calles del concejo. Otro ejemplo, también se quedó sin homenaje Nicanor López Brugos, pese a que tras su muerte existió el compromiso de asociaciones vecinales y Consistorio de rendirle tributo de alguna manera. Son solo dos ejemplos, pero hay muchísimos más. Hace unos años, cuando se reformó por última vez el parque Jovellanos, un amigo me decía que hubiera sido una gran idea convertir el interior de la concha en un mural gigantesco en el que figurasen los nombres de mierenses que hubiesen destacado en algún ámbito. Suena curioso, pero, ¿por qué no hacer algo así para rendir homenajes de una forma fácil, sin mucho gasto, y sin las trabas que muchas veces entorpecen y detienen el proceso administrativo?

Reflexión aparte, y volviendo al comienzo, celebro ese homenaje a Florentino. Aunque nos dejó en septiembre de 2021, seguro que allá donde esté está abochornado por el cariño que se le tiene y se le tendrá siempre. Sigamos siendo un pueblo grande, sigamos homenajeando a quienes han hecho y hacen de Mieres un lugar mejor.
Álvarez

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