ENTREVISTA: Carlos Salvo, presidente de la Agrupación Fotográfica Semeya

Señala el Diccionariu de la Llingua Asturiana que una semeya es una 'representación d'una imaxe, creada pola proyeición d'esta nun soporte físicu o dixital, por medios químicos o informáticos respectivamente'. Esta definición contiene los elementos que permiten contemplar la fotografía como arte y como técnica.
Semeya, nombre propio, es una agrupación fotográfica con solera en Mieres. Una solera de casi cuatro décadas, con un parón entremedias. Hoy, la agrupación vive un gran momento, con casi un centenar de socios, exposiciones y un magnífico curso anual de fotografía. Conversamos con Carlos Salvo, su presidente.

"El valor de una fotografía no depende de la cámara que se use, sino del ojo y el cerebro del fotógrafo"

–Hablar de la Agrupación Fotográfica Semeya exige viajar en el tiempo hasta 1989. Hace casi 35 años que José Ramón Viejo fundó esta agrupación. ¿Qué queda de la Semeya de 1989 en la de 2023?
–En 2008, a raíz de una conversación entre varios aficionados surgió la idea de refundar la Agrupación Fotográfica Semeya, que había desaparecido unos años antes. Si bien, por motivos legales, es una asociación nueva, tuvo desde el primer momento la voluntad de asumir y continuar el legado de la antigua Semeya. Nos unimos en aquel momento un buen número de aficionados a la fotografía, muchos nuevos, como yo mismo, pero también un puñado de “veteranos” de la antigua etapa.
¿Qué queda de la antigua Semeya? Queda el espíritu, el amor por la fotografía, las ganas de aprender y ese pequeño grupo de miembros veteranos.


–En este tiempo la agrupación ha vivido distintos ciclos, con una notable recuperación de la actividad desde hace una década. El propio José Ramón Viejo les agradecía en 2014, a usted y a César Sampedro, ese resurgir. ¿Cómo fue aquel renacer de la agrupación?
–La verdad es que nos costó arrancar, aparte de reunirnos para tomar unas cervezas y hablar de fotografía, no sabíamos lo que tenía que hacer una asociación de fotógrafos. Poco a poco, con los cursos de fotografía, que, en un primer momento en un trabajo muy estimable, impartía nuestro compañero Arcadio, con las primeras exposiciones colectivas, con los talleres que organizaba en un principio César Sampedro y luego otros compañeros, con las colaboraciones que hicimos con el ayuntamiento de Mieres y con varias asociaciones del concejo, con las invitaciones a fotógrafos de reconocido prestigio y otras actividades que fueron surgiendo, encontramos nuestro lugar y nuestra función.

–A día de hoy, ¿goza la agrupación de buena salud?
–Buenísima, tenemos unos ochenta socios, nuestros cursos tienen una alta demanda y aprovechamiento, nuestras exposiciones muestran una elevada calidad, mantenemos actividades todas las semanas con bastante asistencia. Desde que comenzamos en 2008, hemos visto “crecer” a muchos compañeros que entraron en Semeya sin tener mucha idea y ahora son magníficos fotógrafos, esto es lo importante de una asociación de este tipo y lo que nos hace sentirnos más orgullosos.


–En octubre, mes en el que nos encontramos en el momento de realizar esta entrevista, la agrupación ha dado inicio al curso 2023-2024 de fotografía. ¿Qué nos puede contar de él?
–Que es un curso único. Con una duración de octubre a junio y cuatro horas a la semana, Con más de ochenta horas de prácticas, algunas en exteriores. No conozco ninguna asociación que haga este esfuerzo por enseñar fotografía. Si además tenemos en cuenta que es virtualmente gratis (sólo se exige pagar la cuota de miembro de Semeya, que es de 30 euros al año), es por lo que digo que no hay otro igual. Es un motivo de orgullo para la agrupación. Tengo que decir que este año el cupo de alumnos está completo, si alguien quiere apuntarse tendrá que esperar otra convocatoria.

–También han inaugurado la exposición Blanco & Negro, en la Casa de Cultura. ¿Qué balance hacen de ella?
–Las premisas cuando iniciamos nuestras exposiciones anuales eran que, sujetándose al tema propuesto cada año, cada miembro de Semeya, podía exponer la foto que quisiera, sin aplicar criterios de calidad que no fueran los propios del autor. Esto da como resultado que la calidad de las fotografías sea desigual; pero año tras año observamos que la media es más alta en cada exposición, lo cual significa que algo estaremos haciendo bien


–Hablábamos hace un poco del paso del tiempo por la agrupación. ¿Cómo han transcurrido estas tres últimas décadas para la fotografía?
–El cambio radical se produjo en el primer decenio de este siglo, con la irrupción de la fotografía digital. Esto, aparte de consideraciones técnicas, trajo consigo que gracias a la facilidad y rapidez para aprender que da esta tecnología, al no tener que depender de costosos consumibles (película) ni de caros, lentos y engorrosos procesos de revelado, haya aumentado de manera exponencial el número y calidad de los fotógrafos aficionados. También, por desgracia, trajo la desvalorización de la fotografía como oficio, hoy en día, muy pocos fotógrafos de prensa, documentalistas, paisajistas etc., pueden vivir de su trabajo. Además, actualmente, debido a la sobresaturación de imágenes que nos rodean, cada vez resulta más difícil llamar la atención con una.

–Cámaras analógicas, digitales, dispositivos con cámaras… ¿Convive bien la fotografía más tradicional con la derivada de las novedades tecnológicas?
–La fotografía analógica no convive, porque prácticamente está desaparecida, Actualmente, excepto algún escaso nostálgico de épocas pasadas y algún, snob, ningún fotógrafo, aficionado o profesional, sigue disparando en analógico. Es una técnica que está en trance de desaparecer, igual que desapareció el daguerrotipo o el colodión húmedo. En cuanto a las cámaras de los dispositivos (móviles) no dejan de ser eso, cámaras, unas herramientas que nos permiten captar imágenes, igual que la cámara profesional más sofisticada. El valor de una fotografía no depende de la cámara que se use, sino del ojo y el cerebro del fotógrafo. Dicho esto, diré también que a los profesionales y aficionados avanzados nos suele gustar trabajar con herramientas que nos permitan controlar con libertad todos los parámetros de la toma y esto sólo se puede hacer con determinadas cámaras que son las que utilizamos generalmente.


–Hoy en día la fotografía suele asociarse, muy a menudo, al uso de programas de edición y herramientas de retoque digital, como los filtros. ¿Qué opinión le merecen estas técnicas?
–Aquí hay que hacer una distinción según el tipo de fotografía: en fotografía de prensa o científica no es ético introducir en la imagen ningún cambio que afecte a la integridad y realidad de la misma. Pero en otros tipos de fotografía la edición forma parte de los recursos creativos que tiene el autor a su disposición. De todas maneras, no hay que confundir nunca la fotografía con la realidad, sino que es una interpretación de la misma. Yo siempre digo que la fotografía como mucho puede ser una imagen parcial de la realidad, y no hay mentira más insidiosa que una verdad a medias. Con un simple cambio de encuadre, jugando con la profundidad de campo, con la luz o el desenfoque, podemos dar una imagen toralmente distorsionada de la realidad, sin necesidad de “retocar” digitalmente nada.

–En los últimos tiempos a venderse fotografías en formato NFT. ¿Se aventura a pronosticar un futuro para este tipo de obras de arte digital?
–El NFT no es más que un intento de monetizar el arte digital, convirtiendo en “único” lo que por su propia naturaleza es infinitamente reproducible sin pérdida de calidad. Consiste en una especie de “sello” digital que garantiza que nuestra “copia” de la obra (una fotografía, una pintura, un video) es la original, aunque sea indistinguible de cualquier otra copia. Por lógica, esto no debería tener mayor recorrido y debería desaparecer en poco tiempo. Pero la estupidez humana es tan grande y tiene tantos matices que no me atrevo a vaticinar nada.


–Mencionábamos el futuro. ¿Cómo se divisa desde la asociación? ¿Hay o puede haber relevo generacional?
–Ahí ha tocado nuestra mayor debilidad: nos hacemos mayores. Semeya nació como una asociación juvenil, y ahora, evidentemente hace mucho que ha dejado de serlo. La edad media de los miembros es alta y las nuevas incorporaciones, que son continuas, no logran, con escasas excepciones, bajarla. No sé si es porque en nuestra zona escasea la juventud, o porque no hemos conseguido llegar a ella con nuestra forma de hacer las cosas, pero el caso es que no conseguimos atraer a un gran número de jóvenes a nuestras filas y tendremos que hacer un esfuerzo en ese sentido.

–¿Qué cursos y exposiciones se contemplan en su horizonte?
–Como todos los años, también en 2024 habrá exposición de Semeya, falta todavía por determinar el tema, pero la habrá. El curso, aunque no se ha decidido, dado que e todavía estamos empezando el actual, seguramente se repetirá para el ejercicio siguiente, falta por determinar si será similar al de este año o le daremos alguna “vuelta”. De las otras actividades de Semeya, esta directiva tiene la intención de impulsar las salidas fotográficas a diferentes puntos de Asturias y de seguir desarrollando los talleres para los socios de Semeya.


–Hemos conversado sobre cámaras, pero no le hemos hecho una pregunta. ¿Cuál o cuáles son las que usa Carlos Salvo?
–Actualmente tengo tres cámaras: una Olympus OMD EM 5 MkII con un buen número de objetivos, una cámara magnífica, con algunas funciones que no tienen aparatos de superior categoría. También uso una compacta, Lumix LX100, una maravilla con un tamaño de bolsillo que permite viajar ligero sin echar de menos la calidad de una cámara avanzada. La tercera es una cámara con la que hay que saber llevarse bien, no es fácil, una Sigma DP1 Quattro, es lenta, limitada, cara y con varios defectos más, pero, con una calidad de color y definición excepcionales las escasas veces que consigues hacer una buena foto con ella.

–Para cerrar la entrevista, le invitamos a darnos un par de definiciones personales. ¿Qué supone para usted la fotografía?
–La fotografía es el arte de ver, lo demás: la técnica, la composición, el procesado de la imagen, etc., sólo tienen sentido como herramientas para llevar al papel o la pantalla la imagen que tuvimos en nuestro cerebro en el momento de la toma.
Conozco fotógrafos con un dominio de la técnica magnífico, que procesan maravillosamente, pero que siguen repitiendo una y otra vez las mismas aburridas imágenes hasta la saciedad. Fotógrafos que tengan su propia visión, su propio estilo, sólo unos pocos.


–¿Cómo es, a su juicio, una buena instantánea?
–Un fotógrafo que tuvimos como invitado hace unos años en nuestro aula, nos dio la que para mi es la mejor definición de una buena fotografía: “es una foto que quieres ver otra vez”. Tan sencillo y a la vez tan complejo como eso.

Fotografías que acompañan a esta entrevista, por orden de publicación:
Astrantia, de Antón
Cualquier tiempo pasado fue mejor, de Yolanda Suárez Saavedra
Alma minera, de Javier Taboada López
Extraterrestres en la calle Jerónimo Ibrán, de José Ramón Viejo
Never Surrender, de Noguerol
Pachu
Nada, de Carlos Salvo Luengo
Geometría concéntrica, de Pau Ward Donderis 
Abertura: miembros de la Agrupación Fotográfica Semeya, 
en la exposición celebrada el pasado mes de octubre 
en la sala de exposiciones de la Casa de Cultura.

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