EN ACCIÓN: La Escuela de Formación Cárnica, una década sumida en el abandono

"Este centro aspira a convertirse en referente del sector a nivel nacional […] es una gran iniciativa y el mejor instrumento para abordar el futuro de sector cárnico asturiano”. Corría el 26 de febrero de 2008 cuando Vicente Álvarez Areces, entonces presidente del Principado, pronunciaba estas palabras en la inauguración oficial de la Escuela de la Carne, situada en Los Pares, muy cerca de Sueros. 
El centro llevaba funcionando unos meses, desde septiembre de 2007. Las elecciones generales de marzo de 2008 sirvieron de excusa para una inauguración oficial en la que tanto Álvarez Areces como Luis María García, alcalde del concejo en aquella época, pronosticaron un futuro de éxito para el centro. Su futuro fue cualquier cosa excepto triunfal.


La Escuela de Formación Cárnica se puso en marcha tras años de reivindicaciones de la Fundación Asturiana de la Carne. Abrió sus puertas como un centro de formación profesional en el que se impartía un amplio abanico de estudios. En el apartado de formación ocupacional, el centro ofrecía cursos de carnicero, matarife, elaborador de productos cárnicos, envasador de productos alimentarios, auxiliar de industrias alimentarias, almacenero, encargado, dependiente de comercio y gestor de almacenes o elaborador de precocinados y cocinados, entre otros. Contaba también con cursos de garantía social que permitían adquirir el título de operario de matadero y primeras transformaciones cárnicas. Asimismo, ofertaba cursos de formación continua para trabajadores del sector y preparaba a los jóvenes para acceder a ciclos de Formación Profesional relacionados con la industria alimentaria.

Accesos y restos de las banderas del centro

Su estratégica ubicación, al lado del matadero del concejo, hizo que la apuesta por el centro fuese notable desde sus inicios. Para su construcción, Ayuntamiento y Principado lograron una partida de 1,5 millones de euros procedentes de fondos mineros. Gracias a esa inversión se logró levantar un edificio moderno, equipado con distintos medios tecnológicos que lo situaban a la vanguardia en el sector. Su gestión fue encomendada a la Fundación Tecnológica y Formativa en Alimentación, FUTECA, por sus siglas, división formativa de la Fundación Asturiana de la Carne, una fundación privada sin ánimo de lucro. Al frente de la FUTECA, Pablo González.

Carnicería de FUTECA, en la parte posterior del edificio

Durante siete cursos, la Escuela de Formación Cárnica mantuvo una actividad educativa que fue de más a menos, como las de la Fundación Asturiana de la Carne y FUTECA, hoy disueltas. Hasta 2011 el centro presumió de contar con más demanda que oferta de plazas, pero la crisis y los recortes comenzaron a hacer mella en su oferta educativa y en su propia financiación. En el 2011, además, la FUTECA sufrió un recorte de plantilla que fue un auténtico mazazo y que se llevó por delante hasta al propio coordinador.
La situación fue a peor con el paso del tiempo y hace diez años, en 2014, la Escuela cerró sus puertas y la maleza se encargó, poco a poco, de devorar el inmueble, que permanece sin actividad desde entonces.
“Las instalaciones eran buenas, la formación dejaba bastante que desear”, nos explica quien fuera alumno del centro en 2010. “Digamos que había un plan de estudios, pero se hacía lo que les daba la gana”, recuerda nuestra fuente. “Daba la impresión de que no era más que un chiringuito montado para cobrar por los cursos del SEPE, alguna subvención y los fondos de garantía social”, apunta este antiguo alumno.

Vista lateral del edificio

Las noticias sobre su cierre fueron inversamente proporcionales a las que se publicaron sobre su apertura. Así las cosas, la Escuela de la Carne se quedó sin actividad hace una década, con muy pocas noticias sobre su cierre, y su edificio cayó en el olvido hasta enero de 2022.
En aquel entonces el Gobierno local propuso al Principado analizar una posible reapertura que aún no se ha producido ni tiene visos de hacerlo.
Por ahora, la Escuela de Formación Cárnica permanece en el más absoluto abandono, diez años después de su cierre, y tras una vida útil tan corta, de apenas siete años, que hace pensar que el interior del edificio pueda conservarse, dentro de lo que cabe, en buenas condiciones.


“Es una pena tener un edificio nuevo y cerca de todo vacío y sin uso desde hace tantos años”, nos comentaba un vecino de Los Pares hace unas semanas, mientras realizábamos las fotografías que ilustran este reportaje. Una opinión que, a nuestro juicio, sintetiza muy bien el sentir que se tiene cuando se observa lo que pudo ser un centro de referencia y que no fue más que una inversión millonaria y fallida.

Comentarios

Uno de Mieres ha dicho que…
Que pena la.cantidad de dinero público dilapidado, a crédito, traído del futuro para que lo paguen los hijos de aquellos gestores, al menos los hijos de los que no eran capos sindicales