ÁLVAREZ OPINA: "¡Si tenéis pescaderías!", Mieres visto por los asturianos

Estamos de aniversario y es habitual que los responsables de la web me pidan, para estas ocasiones, un artículo más distendido, en el que no falte el humor. Una vez más, se ha hecho lo que se ha podido. En concreto, se ha hecho lo que se ha podido con las ideas preconcebidas que tienen de Mieres muchos asturianos que nunca han pisado el concejo. Aunque pueda no parecerlo, todo lo que se cuenta en las siguientes líneas es absolutamente real.


Empiezo fuerte. A finales del año pasado recibí en Mieres a una compañera de Gijón que nunca había estado en el concejo. Se sorprendió de algo: que hubiera muchas pescaderías. “Pensé que como estabais así como en el interior... pues no llegaba tanto pescado, más allá de los supermercados, claro”, me dijo después de pasar frente a un par de ellas. Me quedé ojiplática.
El comentario sobre el pescado no fue el único que me dejó aquella visita. “Traigo cincuenta euros en efectivo, porque pensaba que igual no había mucho datáfono para pagar con tarjeta”, me explicó después de que comprara en una papelería varias cosas. Le pregunté por qué tenía esa idea. “Vaya, pensé que por haber tanto monte, porque es tan pequeño… Que igual no había para pagar con tarjeta en muchos sitios”. Sencillamente, maravilloso.
Resulta llamativo que muchos asturianos nos ven como un pueblín perdido, alejado de todas las comodidades del siglo XXI. De hecho, aunque no lo digan abiertamente, estoy convencida de que hay quienes creen que aquí hay vacas y caballos por las calles y que, con suerte, nos movemos en un Seat 600. La siguiente anécdota me lo sugiere, una anécdota que vivió una amiga mía de Mieres cuando invitó al concejo a una amiga suya de Avilés. “¿Te puedes creer que le llamó la atención que tuviéramos bancos y tiendas de telefonía? No sé qué pensaba que era Mieres”, me comentaba mi amiga, tan atónita con la suya como yo con la mía del pescado y los datafonos.
Es curioso que nos vean así quienes viven en la propia región y que, muy seguramente, aunque solo sea por la autovía, alguna vez han tenido que pasar por Mieres. Es curioso porque no sucede lo mismo con quienes vienen de fuera de Asturias. Conozco a un extremeño establecido en Oviedo que es profesor en un instituto de Mieres. “Estoy encantado, en quince minutos me planto allí y hay un ambiente genial”, me decía no hace mucho. Su llegada a Mieres fue fruto de la casualidad: “delante de mí en la lista había tres personas y ninguna quiso irse a Mieres. En un grupo de Whatsapp que tenemos decían que si estaba muy lejos, que si estaba mal comunicado… Y dos al menos eran de Gijón y Castrillón”. “Yo no conocía Mieres, pero joven tenía amigos de León que no paraban de hablar de Mieres y de lo potente que era este municipio”, rememoraba este docente.
En conclusión, somos vistos como gentes de un pequeño pueblo perdido que no es ni pequeño ni está perdido. ¿Qué falla para que los propios asturianos nos vean así? Ni idea. Afortunadamente, mi amiga se marchó con una imagen distinta de la que traía y alabó, entre otras cosas, el amplio número de pescaderías que hay en el casco urbano. Algo es algo.
Álvarez

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