PALIQUES POLÍTICOS: Hijos de concejales

Quienes suelen salir más perjudicados cuando una persona ejerce un cargo público son los miembros de su familia y, en particular, los hijos e hijas, especialmente si son menores de edad.


Tanto si son niños como si son adolescentes, los descendientes de un cargo público son quienes más sufren que su padre o su madre sea concejal, alcalde, diputado o el cargo que sea. Recuerdo la queja de un gran hombre que fue concejal en este Ayuntamiento justo cuando su hija pequeña estaba en esa edad en la que uno debe pasar el máximo tiempo posible con sus hijos. Él lamentaba no poder hacerlo y lamentaba aún más que hubiera gente molestándolo con nimiedades incluso cuando llegaba a casa a disfrutar de su hija.
Los hijos e hijas de concejales suelen llevarlo como mejor pueden, un poco, si se me permite el símil, como los hijos e hijas de las celebridades. Los hay y las hay que mantienen un perfil bajo y soportan estoicamente cualquier comentario, incluso los malintencionados. Frente a ellos están los y las que se rebelan contra el mundo y se creen que por ser hijos o hijas de pueden hacer lo que les venga en gana. Evidentemente, la actitud depende mucho de la que tomen los progenitores. Y sí, los hay que ejercen su labor como ediles con un perfil bajo y los hay que se vienen muy arriba, tanto que se llegan a creer intocables.
Estos días supe de un o una descendiente de alguien que forma parte del Pleno municipal, y que tiene atemorizados a sus compañeros de clase y a los profesores del centro en el que estudia. Por lo que me relataba un buen amigo, conocedor de primera mano de lo sucedido, la criatura se cree por encima de todo, del bien y del mal, de lo correcto y de lo incorrecto, de lo legal y de lo ilegal. Y lo está porque se siente amparado o amparada por la autoridad que le confiere su estatus de “familiar de…”, estatus otorgado por sus progenitores, que lo utilizan como carta de presentación en cuanto surge algún problema. Error. Tenemos poder, si así puede llamarse, de puertas para adentro de un edificio situado entre las calles Teodoro Cuesta y Ramón y Cajal. Fuera del Ayuntamiento somos un ciudadano o ciudadana más, un padre o una madre más, y nuestros hijos, unos niños y niñas más. Es clave trasladarlo a nuestra prole. Y como yo les decía en mi casa, cuando fui concejal, lo de ser concejal tiene fecha de caducidad, sea la que sea.
Un último consejo: evitemos sumar a nuestros niños o niñas a las causas que defendamos mientras ejercemos un cargo público. Está genial que se involucren desde críos en la defensa de lo que sea, del medioambiente, por ejemplo, pero no los pongamos a leer un manifiesto por el Día de la Tierra con el papá concejal de Medioambiente detrás. Seguramente se haga sin malas intenciones, pero la imagen que se traslada no es la mejor; es como si un profesor tuviese en clase a uno de sus hijos.
ElCaraba

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