CRÓNICA NEGRA MIERENSE: 1999-2024. 25 años de un crimen sin resolver, ¿quién era Ramiro Valdés?

El 24 de febrero de 1982 La Nueva España publicaba un extenso reportaje que permite reconstruir quién y cómo era Ramiro Valdés.


Amadeo Gancedo se desplazó a El Naval, en Uxo, para conocer de primera mano a un hombre polifacético: "minero, cantero, labrador, artesano…" reza el subtítulo del reportaje, publicado dentro de la serie Hombres de Mieres.
Gancedo entró en contacto con Valdés por intermediación de Luis Fernández Cabeza, quien le habló de un hombre que merecía formar parte de aquella serie de reportajes.
"Allí [en El Naval] viven, precisamente, los protagonistas de nuestra historia dominical. Antes lo hicieron en Valdecenera [Valcenera] –valle de Cuna–, porque él es de allí y su esposa de Casares, donde también figuraron como vecinos. Tienen un solo hijo", introduce el reportaje. Poco a poco Gancedo se adentra en la vida de Ramiro Valdés. "A los trece años inició su vida de labor, sacando ladrillos de una tejera. Era obligado ganarse el pan. Apenas había tenido tiempo de ir dos años a la escuela. De catorce ya conoció el difícil mundo laboral de la mina, en La Jícara, en El Pedroso. Más tarde pasó a Minas de Figaredo y en esos tiempos, como la necesidad se imponía, doblaba la tarea trabajando por la tarde en minas pequeñas, como la Bernarda o la de Prieto […]. Años más tarde pasó a formar parte de la plantilla del pozo Barredo, donde se retiró a los cincuenta años –hoy tiene cincuenta y tres–". Fue en la mina donde, según explica Gancedo, lo apodaron El Rapidillo, al ser "todo un ejemplo de habilidad, precisión y rapidez", hasta el punto de que "en Barredo Ramiro salía antes que los otros productores, porque la tarea asignada la realizaba en seguida y encima daba 'propinas'".
La mina no fue el único campo en el que destacó Ramiro. "Como buen observador, se fijó en obras de cantería y decidió construir él también, sin más aprendizaje que la propia inclinación. Empezó construyendo una cuadra para su madre. Hoy podemos decir que ha construido cerca de cincuenta, entre grandes y pequeñas, repartidas por la geografía de la comarca del Caudal: Casares, Paxío, Palmir (bajo el pico Llosorio), Oriella, el puerto de Mieres…", amén de una imponente casa en El Naval, que llenó de artesanías hechas por él, "algunas de las cuales formaron parte de la bienal de artesanía del Centro Cultural Mierense en varias ediciones", apunta el reportaje.
A la minería, la cantería y la artesanía se sumaba la ganadería, pues Ramiro contaba, en 1982, con "nueve reses y una caballería". Su secreto para llegar a todo, dormir poco y cuidarse: "no bebe ni fuma, asegurándome, convencido, de que en los últimos dieciocho años si le ponen pena de muerte por beber un vaso de vino quedaría absuelto".


Hace veinticinco años, el 20 de septiembre de 1999, el cuerpo de Ramiro Valdés fue hallado en la pista que une Casares y Pedrazos. Había sido tiroteado con una escopeta de postas. Se comenzaba a escribir una de las páginas más inquietantes de la crónica negra del concejo.

Ilustran esta entrada: 
·Fotografía de Jubar para el reportaje de Gancedo
·Reportaje publicado en La Nueva España el 24 de febrero de 1982

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