El 11 de julio de este año iba a ser un día como otro cualquiera para los que comíamos en un establecimiento hostelero de la conocida como calle de los vinos. Cuando estábamos en ello escuchamos un fuerte golpe y salimos a ver qué pasaba. Se había venido abajo el toldo de una vinoteca cercana. Una mujer sangraba por la cabeza. No tardó en llegar la policía y una ambulancia. No trascendió a la prensa y no voy a hablar más del asunto, pero sí de lo que encierra.
Si no me falla la memoria, estos toldos se instalaron allá por el 2010 o 2011, justo cuando se peatonalizaron Schultz e Ibrán (el tramo que faltaba por peatonalizar). En todo este tiempo es raro el toldo que no ha albergado terrazas de varios hosteleros. También el que no ha llevado algún golpe de un vehículo de grandes (o pequeñas) dimensiones. Todos ellos han soportado plasmas para ver el fútbol, altavoces, adornos de Navidad y las inclemencias del tiempo. Y sí, todos ellos van sujetos con cuatro tornillos (literalmente) en cada uno de sus pilares.
Desconozco que habrá pasado en ese caso concreto del toldo que se vino abajo. Espero que se hayan investigado las causas, porque era un día normal, de verano, sin apenas viento. Y espero que se revisen todos y cada uno de los toldos y sombrillas de las terrazas hosteleras si hubo algún defecto o deterioro en la estructura. No es de recibo estar tomando algo y que se te venga abajo el toldo. Espero también que la mujer que resultó herida se haya restablecido por completo.
Lorenzo Santamarina
(Mieres)
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