EN ACCIÓN: El presente del Palacio de Arriba, en Cenera

Tras casi dos años de obras, en marzo de 2007 abría sus puertas el Hotel Palacio de Arriba, en Cenera. Doce habitaciones y una suite conformaban las estancias de este alojamiento de cuatro estrellas, que contaba además con restaurante, cafetería y sidrería, además de la propia capilla del palacio. Lo hacía despertando el interés de numerosos comensales y húespedes que hicieron que el Palacio de Arriba se reinventase, con éxito, como negocio hostelero.
Comenzaba así una nueva vida para el Palacio de Arriba o Palacio de los Bernardo de Miranda, cuyos origenes se remontan al siglo XVI. Una remodelación en el siglo XVIII dio al inmueble el aspecto actual. En 1995 el Principado lo declaraba Bien de Interés Cultural.

En septiembre de 2019 el Palacio de Arriba aparecía en Milanuncios, la popular web de anuncios clasificados. Una inmobiliaria radicada en El Ejido (Almería) ponía a la venta este inmueble por 789.200 euros.
¿Cómo llegó el Palacio de Arriba, doce años después, a esta situación? Es lo que hemos querido averiguar. Sobre el terreno, en Cenera nos dan una primera explicación. “Cerraron hará cinco años. Últimamente las cosas no iban bien y al poco de cerrar se instaló en el palacio una empresa de seguridad según se dice contratada por un banco, para custodiar las instalaciones”, nos explica un vecino al que encontramos sentado en uno de los bancos próximos a la entrada del palacio. A nuestra conversación se suma una vecina que se acerca a coger agua a la fuente, situada justo delante del palacio. “Y vendían, tuvieron ahí lo que quisieron, pero luego entre la crisis y que ellos también perdieron interés en el negocio, se acabó todo”. 

Imágenes extraidas de Milanuncios
  
El Hotel Palacio de Arriba estaba gestionado por una sociedad mercantil Hotel Palacio de Arriba S.A., constituida en agosto de 2003 con el objetivo de explotar el futuro hotel. En 2014 la sociedad depositaba en el Registro Mercantil sus últimas cuentas anuales, coincidiendo con el cese de la actividad del Palacio. Unos meses antes se había producido un cambio en la dirección de la sociedad. J.R. Cuesta, administrador único desde 2003, era cesado. Cuesta era también era por aquel entonces apoderado de la Hullera Vasco Leonesa y uno de los consejeros de una tercera empresa, CBM Recursos Energéticos, ambas hoy liquidadas. Lo sustituía como administradora única M.P. Díaz de Rada, su esposa. El matrimonio impulsó la reforma del palacio, heredado por J.R. de su familia paterna. “Nunca más debieron de haber vuelto por Cenera, pese a que él sigue teniendo parientes aquí”, nos explica el vecino al que nos referíamos hace unas líneas. “Y tiraron mucho por el valle, porque fuera Pueblo Ejemplar, la hija sobre todo”, apostilla la vecina.
El pasado 9 de septiembre la Agencia Estatal de la Administración Tributaria decretaba la baja provisional y el cierre de la hoja registral de la sociedad, porque “los débitos tributarios de la entidad con la Hacienda pública del Estado han sido declarados fallidos o no haber presentado la declaración del impuesto de suciedades correspondiente a tres periodos impositivos consecutivos”. Pese a que el palacio lleva un lustro sin actividad, la sociedad mercantil sigue activa. No obstante, el cierre provisional de su hoja registral podría ser el primer paso de su extinción, según nos explican desde Empresia, una web especializada en información mercantil.

La redacción de esta web ha tratado de ponerse en contacto, sin éxito, con la inmobiliaria almeriense que tiene en cartera el palacio. En su anuncio insisten en las posibilidades de esta propiedad y del pueblo en el que se localiza: “Cenera se caracteriza por su riqueza arquitectónica y naturaleza”.
La imagen de abandono que ofrece hoy el palacio dista mucho de esa con la que abríamos el reportaje, realizada en agosto de 2013. Todo cerrado, con la maleza campando a sus anchas por la parcela y con algún que otro recuerdo de que aquello fue un hotel de cuatro estrellas. Este Bien de Interés Cultural busca un nuevo futuro. Entretanto, el paso del tiempo seguirá haciendo mella en él. 

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