A
toda página recogían los diarios de la época la inauguración, el 8 de noviembre
de 1968, de lo que algunos llamaban “autopista”
entre Mieres y Oviedo.
Habían
sido necesarios casi tres años de obras y una inversión de 623 millones de
pesetas de la época, incluida una cuantiosa subvención del Banco Internacional
de Reconstrucción y Fomento. El nuevo vial permitía hacer el trayecto
Mieres-Oviedo en poco más de quince minutos y, quizás lo más importante,
evitaba los puertos de El Padrún y La Manzaneda, de obligado paso hasta
entonces para todo el que quisiese desplazarse por carretera a la capital.
*La información, en uno de los diarios de la época. |
Las
obras habían comenzado en Figaredo y terminado en Oviedo, previo paso por
Mieres, parte de Riosa, Morcín y Ribera de Arriba y habían implicado la
construcción de distintos puentes y pasarelas sobre vías del tren y sobre el
río Caudal (como el de acceso al actual Polígono de Mieres), así como la
construcción de cinco túneles entre Lloreo y Peñamiel, alguno con 450 metros de
longitud.
El
día de la inauguración se dieron cita en Oviedo numerosas autoridades, locales,
regionales y nacionales, que recorrieron en varios vehículos el nuevo tramo. La
intensa lluvia no impidió que muchos vecinos de localidades próximas a la nueva
vía se acercasen a saludarlos, algunos con pancarta incluida, como se aprecia
en una de las fotografías del artículo que ilustra esta historia.
El
nuevo tramo se incluía a su vez en la carretera Gijón-Sevilla, prácticamente ya
terminada en aquel entonces.
La
nueva carretera mejoró las comunicaciones entre Mieres, Riosa, Morcín, Ribera
de Arriba y Oviedo, aunque en el caso de Mieres, la construcción, dos décadas
más tarde, de la A66, hizo que muchos conductores prefiriesen la autopista a la
nacional en sus desplazamientos a Oviedo. Hoy en día, además de su uso por los
vecinos de Riosa, Morcín y Ribera de Arriba en sus desplazamientos a Mieres y
Oviedo, la N630 es uno de los viales más transitados por ciclistas.
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