Un o una joven que empezase a la Universidad en 2019 seguramente se habrá sacado ya una carrera. Y lo habrá hecho esperando que se abriese la sala de estudio de La Mayacina.
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Efectivamente, hay que remontarse a 2019 para encontrarnos con Aníbal Vázquez y Dolores Carcedo, alcalde y consejera de Hacienda en aquel entonces. Corría marzo y el Principado firmaba la cesión al Ayuntamiento de un local situado en uno de los bajos de los pisos de alquiler de La Mayacina. Había elecciones en mayo, municipales y autonómicas, y era un bonito gesto tanto para el PSOE como para IU. Su puesta en marcha parecía tan inminente que La Nueva España llegó a fijar en mayo la posible apertura de la sala. Insisto. 12 de marzo de 2019.
La cesión quedó hecha y el tiempo empezó a pasar sin noticia alguna de la sala de estudio. Un año después, llegó una pandemia. Dos años más tarde, una nueva normalidad. Muchas cosas habían cambiado en este mundo, menos el local cedido, que seguía estando como en marzo de 2019. No se había hecho absolutamente nada.
En octubre de 2021 volvimos a tener noticias de la sala de estudios. Se sacaron a licitación las obras, con un presupuesto base de 95.072,92 euros. Y se descubrió, gracias a ello, que aquel local tapiado albergaba una superficie útil de 110 metros cuadrados. El plazo de ejecución previsto era de cuatro meses, lo que llevaba a pensar que la sala de estudio estaría lista en 2022. La obra se adjudicó en enero de 2022, pero… ¿saben qué pasó? ¡Nada!
De hecho, no pasó nada hasta finales de año, cuando llegaron los obreros a ponerse a trabajar. En marzo de 2023, hace un año, el tabique del local dio paso a una cristalera. Muchos pensamos que habría inauguración electoral, ya que mayo estaba cerca y tocaban estas cosas. Sorprendentemente, no fue así. A comienzos de otoño la sala fue amueblada con mesas y taquillas. Muchos creímos que, ahora sí, empezaría a funcionar de cara a los exámenes de diciembre-enero. Nos volvimos a equivocar.
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Cinco años después de que se firmase la cesión, La Mayacina cuenta con sala de estudio, pero es como si no contara. Sigue sin conocerse su fecha de apertura. Sigue sin saberse cómo se gestionará. Siguen sin saberse muchas cosas. Entre ellas, por qué un proyecto aparentemente sencillo tardó cinco años en materializarse, si no acaba siendo alguno más. Es tan sorprendente como preocupante.
Álvarez
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