19:00 (En la estación de Ujo)
Nuestro infiltrado espera la llegada del tren procedente de Pola de Lena. No le ha costado el más mínimo trabajo llegar hasta el andén ya que no hay ninguna medida de seguridad. Los altavoces anuncian que no se debe deshacer del billete hasta finalizar el viaje. Finalmente el tren (modelo Civia) llega y nuestro infiltrado se sube.
El tren se detiene y nuestro infiltrado desciende al andén. Hay un hombre en el otro lado controlando que todos los pasajeros tienen su billete para poder abrir las “barreras”. Nuestro infiltrado cruza las vías por el subterráneo de RENFE y llega frente al señor que controla que cada pasajero tenga su billete. Se dispone a pasar pero las barreras no se abren. Es entonces cuando el señor le interroga y le pregunta por el billete. Él le responde que lo ha olvidado en el tren. Rápidamente le pregunta de dónde procede y él le dice que de Ujo. Lo acompaña al despacho de billetes, el infiltrado intenta negociar con el empleado de RENFE, pero no hay forma, parece un hueso duro de roer. Es entonces cuando le dice que no lleva un solo euro encima y que no tiene cómo pagarlo. El señor no se apiada de él y le dice que sino paga no hay forma de salir de la estación.
Nuestro hombre sigue en la estación y llega un tren procedente de Oviedo. Casualmente entre los viajeros está un conocido suyo que le presta 1,25€ para poder salir de la estación.
CONCLUSIÓN: No todos los empleados de RENFE son benevolentes. De no llegar a ser por el conocido que venía en el tren, nuestro infiltrado se hubiese tenido que quedar en la estación hasta, al menos, el día del juicio final.
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