El 16 de marzo de 2020 el Principado ordenó el cierre de las estaciones de autobuses de toda Asturias. Como es lógico, la de Mieres cerró y solo se dejó funcionando las diez dársenas, con un acceso peatonal por la parte que da a Vega de Arriba. Como otras muchas cosas, aquello tenía pinta de ser provisional… pero no lo fue. Un año después la estación de autobuses sigue cerrada, tal y como se quedó en marzo del año pasado. La estación se ha convertido en un apeadero.
Da mucha pena pensar que un equipamiento que costó casi cinco millones de euros se ha quedado como un apeadero con sitio para aparcar autobuses, entre ellos los de la empresa a la que hace diez años el Principado otorgó la gestión de un inmueble que la pandemia parece haber sentenciado. Asusta mirar por cualquiera de sus ventanales y ver las sillas de la zona de espera por allí esparcidas, entre polvo y luces apagadas. Ya no hay aseos abiertos al público –sí a los conductores, que tuvieron que pelear lo suyo–; tampoco hay acceso a las taquillas, vacías.
Antes, con un poco de suerte, era posible preguntar algo o comprar y recargar abonos. Digo lo de un poco de suerte porque también es verdad que era más común verlas cerradas que abiertas. Obviamente, si quieres acceder a la cafetería o al quiosco, debes hacerlo por Valeriano Miranda. Para hacer la espera un poco más cómoda a los viajeros lo único que han hecho en este año es sacar un par de máquinas de vending a la dársena… ¡Ah! Y han puesto ceniceros, para que haya un poco más de limpieza, que falta hace.
No voy a entrar en el debate de si se debió hacer o no una estación de autobuses en Mieres. Se hizo y se construyó, además, un edificio bonito y funcional. “Ya podíamos tener en Gijón una estación de autobuses como la de Mieres y no una tan vieja y ridícula”, me comentaba hace no mucho una amiga de Gijón. ¡Qué lástima! Nuestra estación se ha quedado en apeadero. La limpieza brilla por su ausencia; los vándalos han hecho acto de presencia con pintadas, orines y demás bestialidades. Los usuarios hemos salido perdiendo, no así los gestores de un equipamiento público, que siguen usándolo como aparcamiento para su flota de autobuses y cobrando un buen precio por el alquiler de las plazas del parking subterráneo.
No sé quién tiene la culpa ni tan siquiera si el Principado permite todo esto, pero es hora de actuar, de devolver a Mieres una estación de autobuses en condiciones, con los pocos servicios que tenía hasta el confinamiento de la pasada primavera, limpiándola en condiciones y con una mejor gestión, a poder ser por parte de otra empresa, después de diez años de una gestión bastante pobre.
Urgen unas mejoras que no llegan… Y temo que lleguen cuando ya sea demasiado tarde.
Álvarez
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