UN LUGAR PARA VIVIR: El Cantiquín, dieciséis años después

Última entrega de los reportajes especiales con ocasión de nuestro decimosexto aniversario. Tras visitar La Fonda y Pumardongo y comprobar cómo han cambiado estas aldeas en los últimos dieciséis años, en esta edición hacemos lo propio con un tercer lugar para vivir: EL CANTIQUÍN.


Perteneciente a la parroquia de Mieres Extrarradio, EL CANTIQUÍN es una aldea situada en una de las laderas que arropa al casco urbano, en las proximidades del barrio de La Villa. En 2009 su censo era de vecinos. Dieciséis años después, son una veintena las personas que se hallan censadas, repartidas en la docena de viviendas que la componen.
Los dieciséis años que han transcurrido desde nuestra visita en 2009 se observan en distintos elementos. El primero y más evidente, que si hace dieciséis años llegamos a EL CANTIQUÍN por una empinada y estrecha carretera, en esta ocasión lo hemos hecho por la nueva carretera del pueblo, que parte del camino de Mariana.
Un segundo cambio evidente se puede ver en el lavadero, que ha perdido el tejado que tenía en 2009. Desconocemos el porqué. Aun así, sin tejado sigue cumpliendo su función.
A los evidentes cambios de color en las fachadas de algunas viviendas se contrapone algo que permanece: las vistas del casco urbano. EL CANTIQUÍN sigue ofreciendo impresionantes vistas de todo el casco urbano. 
Pese a su escasa altitud, de apenas 240 metros sobre el nivel del mar, los ruidos de la ciudad apenas llegan a este lugar, que, por su ubicación, recibe sol incluso en invierno, como pudimos comprobar en la producción de este reportaje, en diciembre del año pasado.

Un paseo recomendable por la zona, sin mayor dificultad que las cuestas que nos encontramos por el camino, consiste en subir a EL CANTIQUÍN para luego continuar hasta Lladreo y terminar en el mirador de Forniellos. Las vistas están garantizadas. El paisaje, también.

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